Esta galería de autores contemporáneos se creo en 2004

martes, enero 31, 2012

Victor



Oaxaca, Mexico 2011

Videogame exitoso

Carlos de Bella
Si pasabas el camello por el ojo de la aguja, difícil pero posible, obtenías 5000 puntos; al volver a hacerlo 50000 y así crecía sucesivamente, cada vez más complicado. Finalmente llegaba el fatídico “Game over” donde debías insertar otra ficha para participar nuevamente. 
Cientos de miles de tontos acrecentaban las ganancias por minuto y al dueño realmente le importaba un bledo, si entraba o no al reino de los cielos.

lunes, enero 30, 2012

Y el aire que no sopla

Fotógrafa Amélie Olaiz

Sahara

Gabriel Bevilaqua
El hombre observa el cuadro. Se acerca, se aleja, vuelve a acercarse. Está fascinado por la forma realista y casi abstracta a la vez con que el artista ha captado el paisaje. El sobrio juego de luces y sombras entre las dunas. De repente, nota una mácula en el borde inferior del lienzo. Gira la cabeza hacia un lado y hacia otro, luego se da vuelta. No hay nadie más en el recinto. Pasa la mano por el cuadro y, en efecto, comprueba que aquello es algo extraño al mismo. Lo quita raspando con la uña. Se siente satisfecho, como si esa pequeña acción contribuyese de alguna forma a la grandeza de la obra de arte. Retoma su goce estético hasta que un sonido leve se impone al silencio. Con horror, lo ubica. Es el susurro de la arena escapándose del cuadro por un creciente orificio donde antes estaba la mácula. Un montículo se encumbra ya varios centímetros, casi medio metro a decir verdad. No sabe qué hacer. Advierte que la sala continúa vacía y se marcha sin mirar atrás.
Al otro día, el hombre abre la ventana del dormitorio y se lleva ambas manos a la boca. La arena se extiende por toda la ciudad arañando los terceros pisos y no para de subir.
«Quinto, vivo en un quinto», piensa, mientras, soterradamente, procura olvidar el título de aquella obra.

miércoles, enero 18, 2012

Impermanencia


El rey, desesperado, llamó a los sabios de la corte.
—Estoy fatigado de vivir entre la felicidad y el dolor constante. Encuentren una pócima o un talismán que me haga invulnerable a dichos estados de ánimo. Antes de un mes deberé tener respuesta o morirán decapitados
Los sabios mantuvieron reuniones a puertas cerradas, trabajando días y noches. Unos minutos antes de que se cumpliera el plazo uno de ellos se presentó ante el rey.
—¿Han encontrado la solución?
El hombre se inclinó ante su majestad ofreciéndole un pequeño cofre que contenía un anillo de oro.
—¿De qué me servirá esto?
—Su excelencia debe llevar este anillo todos los días de su vida y cuando se encuentre ante la felicidad desbordante o ante el dolor más profundo, leerá la inscripción que se encuentra grabada en su interior.
El monarca leyó: “Esto también pasará”
(Cuento budista, contado por Tony Karam y redactado por Amélie Olaiz)

lunes, enero 09, 2012

Medio conejo o conejo y medio

Fotógrafa Amélie Olaiz

Instrucciones para cardar a la Luna


Jorge Borja
Espere una clara noche de plenilunio, de preferencia domingo para amanecer lunes. Procúrese los utensilios necesarios: un peine de marfil, un martillo de plomo, unas tijeras de oro y un paño de terciopelo verde. Aguarde en atenta vigilia hasta maitines, hora en que la vanidosa Luna busca un espejo. Si usted no tiene un pozo anciano, una charola de plata o un espejo de azogue en dónde retenerla, no se preocupe. Unos ojos oscuros le pueden servir como señuelo. En esas pupilas, Selene se sentirá como en su casa. Mírela morosamente y sin parpadear. La Luna es muy curiosa, háblele de la violenta luz del día, de la voracidad del metro, de la cólera de los relojes checadores, del jubiloso silbato de la fábrica o de tantas cosas que ella no conoce. Seguramente la sorprenderá. El sol le ha platicado pero ella no le cree por presumido. Convénzala de que el día es un infierno hipócrita y que la verdadera condición humana sólo se revela de noche. Cuando la mire más aquiescente, cambie el tono. Dígale que la quiere y que hace mucho que no duerme con tal de estar con ella. Abrúmela con piropos y otras lindezas. Recuerde que la Luna, como toda dama solitaria, es afecta a las cursilerías. Si ya le arden los ojos, parpadee varias veces, suelte una tímida lágrima. Nada conmoverá más a Selene.

No se desespere. Ya la tiene usted en la bolsa. Tenga a mano sus utensilios necesarios. Como quien no quiere la cosa acaricie sus lánguidos rayos. Si ella lo consiente sin reclamos, saque el peine. Con la mano izquierda frote sus rayos y con la derecha páseles el peine. Para distraerla cuéntele algún chisme sobre sus hijas las estrellas. Frote con más energía y peine hasta que una lluvia de chispas plateadas le impida la visibilidad. Entonces, con prestidigitación de mago, cúbrale la cara con el paño. Apriete, apriete, apriete. Cuando escuche un ligero PLOP... afloje. Selene se habrá desvanecido entre sus manos. En el paño verde encontrará unos hilos lácios y dúctiles como de alpaca. Empiece a trenzarlos lentamente. Cuando haya logrado una trenza de regular grosor, corte las puntas con las tijeras. Las puntas sirven de abono en tierras yermas y si se arrojan al mar provocan tempestades. La trenza se corta en varios trozos y cada uno de estos se aplana y redondea con el martillo hasta darles la forma de una moneda a la cual se puede dar múltiples usos. Si se pone a hervir en agua serenada, evita el mal aliento y cura el insomnio. Si se macera junto con hojas de cardamomo y luego se unta detrás de las orejas, es un magnífico repelente contra los bobos. En caso de crisis económica pueden empeñarse estas moneditas en el Montepío, haciéndolas pasar como una reliquia de familia. Esto último no es buen negocio porque ahí no ofrecen ni lo que vale la desvelada.