Agustín Monsreal
Solo, completamente solo; triste, horriblemente triste; y desgraciado, pertinazmente desgraciado, Lázaro decidió morir.
Y murió.
Sin embargo, vino su primo, que según decían era chamán y tenía poderes y andaba haciendo prodigios sin mirar a quién y sin preguntar si la gente quería que los hiciera, y lo revivió.
Solo, triste y desgraciado, Lázaro ya no soporta más la vida, pero tiene miedo de morir por segunda vez, y de volver a encontrarse con el milagrero de su primo.
2 comentarios:
Me parece que "...el milagrero" es un concepto muy grato como imagen
A mí también me lo parece, y me hace cuestionarme si no vivimos muchas veces en nuestros propios laberintos kármicos.
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